Sinopsis:
En 1990, estalla la guerra en una provincia
georgiana que busca la independencia. Ivo, un hombre de origen estonio, decide
quedarse. Como razón argumenta que se queda para ayudar a su vecino y amigo
Margus con la cosecha de mandarinas. Comienza el conflicto y dos soldados
resultan heridos delante de su casa, Ivo decide atenderles
La piel gruesa necesaria. Una perspectiva sobre el
trabajo del director.
Zaza Urushadze nació en Tibilisi, Georgia en 1965. Se graduó en 1988
en la Universidad Del Estado de Georgia Shota Rustaveli de cine y teatro.
Mandarinas fue reconocida en varios festivales internacionales, y ganó
diversos premios, aunque lo que la catapultó a la fama internacional fue la
nominación a mejor película extranjera de habla no inglesa para los Oscars de
la Academia (87 ed.), y también para los globos de Oro (72 ed.)
Este mismo año (2016), está llevando a cabo su actual proyecto. En
esta ocasión se trata de una película llamada The Monk, distinta en su trama a Mandarinas,
aunque también está siendo filmada en Georgia, comparte la producción con
Estonia, y trata sobre un director de cine que se ha hecho monje y va a servir
a un pueblo en las montañas. Allí conoce a una maestra de música que oculta un
importante secreto.
El contexto
La trama ocurre en el año 1992, Georgia está intentando separarse de
Rusia, los abjasios se niegan a dicha separación y reciben el apoyo de los
rusos y de mercenarios Chechenos entre otros.
Se calcula que en el conflicto que duró entre 1992 y 1993 provocó la
muerte de 2.220 combatientes y 1.820 civiles, 8.000 heridos y 122 desaparecidos
en el lado Ruso y de la coalición de pueblos de las montañas (Abjasios,
Osetios, Cosacos)
En el lado Georgiano murieron 2.543 combatientes y más de 30.000
civiles, cerca de 10.000 heridos y 1.000 desaparecidos
200.000 a 250.000 personas fueron expulsadas de Abjasia.
Los nacionalismos, guerras y conflictos étnicos se cebaron con la
población civil que incluso después de alcanzados los tratados de paz siguió
siendo exterminada por las tropas abjasias con el respaldo ruso, aunque
posiblemente ninguno de los dos bandos está exento de ser acusado por crímenes
de guerra.
Estos conflictos son el telón de fondo de la Guerra de Osetia en el
2008 donde siguieron sumándose verdaderas aberraciones y aumentando el número
de desplazados en la región.
“La muerte de una persona
es la muerte de un universo” Autor
desconocido
Mandarinas
En esta película el director Georgiano, ayudado de una trama sencilla
nos lleva al dilema de la deshumanización de la guerra pero también hacia las
claves que permiten que el ser humano, lo humano, sobreviva.
Para ello mantiene un lugar neutral, donde no se percibe tendencia
política o ideología respecto a las partes en pugna.
Tal vez uno de los aspectos diferenciales en este filme de Urushadze,
respecto a los anteriores, es que está tratando un tema que siente como propio,
que le afecta directamente. Sin embargo, lo particular no deja de
trascender a un plano universal emergiendo del film un mensaje claramente
antibelicista.
En una atmósfera bélica, en un entorno desde el cual en todo momento
puede sobrevenir la muerte y la destrucción, surge Ivo, un carpintero, y su
vecino Magnus, agricultor, últimos representantes de lo que hasta entonces era
la vida cotidiana en esas tierras.
Ivo, ayuda a dos soldados heridos de bandos distintos en su casa,
generando un espacio neutral en medio de un entorno de violencia.
Zaza Ushadze reflexiona a partir de este punto sobre la tolerancia, el
perdón y la humanidad entre las personas, en medio de un contexto que saca lo
mejor y lo peor de cada uno.
La película es una reflexión respecto a lo que es necesario para
generar un espacio entre la violencia y la razón entre hombres que sin tenerlo
presente en el momento de la batalla comparten más cosas de las que les
diferencian.
El director georgiano plantea la necesidad de un escenario donde poder
ser más allá de los ideales políticos de cada uno. La escena de sentarse a la
misma mesa, la importancia de compartir el pan, como medio necesario para
alcanzar el diálogo.
La espera junto con la garantía de seguridad son los ingredientes de
la fórmula de Ivo para poner en evidencia su pensamiento, y el del director.
Desde un principio acompaña un interrogante que se repite como
leitmotiv a lo largo del filme, ¿qué es lo que retiene a Ivo?, ¿por qué no se
ha marchado como el resto de su familia y de la población de la zona?
Hay una tensión dramática que nos acompañará a lo largo de toda la
película hasta el final.
El director se centrará en los personajes y en el desarrollo y
despliegue de sus personalidades con la casa como escenario.
En un principio destaca la seriedad de Ivo, una coherencia en función
de sus valores y principios que hacen de su comportamiento algo predecible.
Hace lo que tiene que hacer y gracias a su proceder se configura en torno a él
un espacio donde es posible no perderse en medio de tanta violencia y crueldad.
“No se necesita coraje para expandirse sino para recogerse y así poder
resistir la dureza de las condiciones exteriores” *1 (Esquirol,
2015) Con esta cita el autor nos invita a reflexionar respecto a que es lo que
nos permite resistir a las inclemencias del entorno y a la intemperie
deshumanizadora que implica una guerra.
En términos del filósofo catalán, el ser no consiste en existir
únicamente, sino en resistir a las fuerzas disociadoras del entorno de
violencia. Ser es resistir.
Para Esquirol (2015) el plato en la mesa es una forma de resistir. El
pan compartido, cocinar, reunirnos en torno al fuego. “Sentarse alrededor de la
mesa y compartir palabra y gesto. La vida en común depende de comer juntos”
(Esquirol 2015) De la realidad compartida depende el frágil sentido de
comunidad del nosotros.
La gratitud de los contendientes respecto a Ivo y al haberle ambos
dado su palabra de no hacer daño al otro mientras estén en su casa es lo que
permite que se genere el espacio necesario como para que puedan sentarse a la
mesa y descubrirse como personas y no como objetos.
Los personajes
Ivo, un hombre duro, quien parece manejarse en todos los lenguajes, en
el de la paz y en el de la guerra. Centrado en su labor, parece encontrar en
ella el sostén para la vida. El trabajo como una forma de subsistir al horror
circundante y que le ayuda también para mantener su identidad y su ser. Serio,
duro, pero cuyo mundo interior a lo largo del filme parece desplegarse dejando
entrever un sistema de valores y principios que sorprenden a todo su entorno.
Su papel en la salvación, auxilio y cuidado de los soldados, la
confianza en la palabra de honor de estos da la oportunidad para que los
soldados puedan ser honorables y poner de manifiesto sus principios.
Lo que puede hacer reflexionar respecto al papel que tiene el que
alguien crea en lo mejor de uno para que dichos aspectos de la personalidad
encuentren una posibilidad de expresarse.
Margus, el agricultor. Obsesionado con la cosecha. Representa al
hombre que ama la tierra y su fruto. De una personalidad más sencilla que Ivo,
encuentra en su amistad el soporte para no abandonar la esperanza en que todo
saldrá bien. Vendrá gente a ayudarles a recoger la fruta. También sirve de
apoyo a Ivo en su centrarse en la tarea, cada uno para espantar sus demonios y
sus miedos.
Ahmed; el Soldado mercenario, tal vez representa en su máximo
esplendor el hombre corrompido por la necesidad y por la violencia. Sin
ideales, sin nada que le importe más que el dinero. Encuentra una oportunidad
para demostrar que es un hombre de palabra, que tiene una moral.
Nika; el soldado georgiano, lucha por su tierra, parece más difícil de
contener y más impredecible. Tiene más emoción, está más vivo y por ello es más
difícil de saber si respetara las normas de la casa. Trata de arreglar una
cinta de música como una obsesión que le permite soportar la tensión del
momento y la espera.
La foto de la nieta de Ivo; La única mujer de la película. Está en una
foto. La mirada de los soldados a la foto al principio de la película genera
alivio en el espectador al saber que no está cerca y no será víctima como
tantas otras mujeres de la violencia más cruenta de la que son posibles las
guerras.
La foto representa a los que no están, a los que se han ido, a los que
buscan un futuro mejor lejos de la violencia.
Si las mandarinas son para Magnus el motivo suficiente para quedarse
un poco más de tiempo, la cinta de música para el georgiano, para Ivo tal vez, más
allá de la construcción de las cajas de madera, la foto de su nieta es lo que
le permite pensar en una historia en una vida que le ha sido arrebatada pero
que está en otro lugar, a salvo, segura.
Los objetos como anclaje del ser, para no salir volando difuminados
por la violencia del entorno.
El Soldado Checheno, Ahmed, no parece tener un objeto, aunque su
mirada como la de los demás respecto a la foto irá cambiando. La foto pasará de
ser objeto de deseo a símbolo de esperanza, de futuro, de una vida sin
violencia en algún lugar del universo.
La película es recomendable por la capacidad para transmitir un
mensaje universal de paz sin caer en moralinas obvias ni en pedagogía
demagógica.
Urushadze intenta contestar a la misma pregunta que hizo Einstein a
Freud (Freud, 1933), y a la cual Daurella (2014) rescata de la historia en su
artículo;
¿Que podría hacerse para evitar a los hombres el destino de la guerra?
Dadas las circunstancias vividas en la zona del Mar Negro, uno podría
preguntarse qué se puede hacer para no caer en estas aberraciones.
Freud, en su carta de respuesta a Einstein contesta que básicamente
dos cosas;
“Todo lo que
establezca vínculos afectivos entre los hombres debe actuar contra la guerra”
Freud plantea que el amor “desprovisto
de fines sexuales” es uno de los caminos. Recurre a las palabras de
Jesucristo “Ama al prójimo como a ti mismo”, señalando que el psicoanálisis no
debe ruborizarse por hablar de amor, que también la religión defiende este
pensamiento. Pero Freud no solo habla del amor como vínculo sino como vehículo
la identificación a través de los intereses comunes, reforzando los
sentimientos de comunidad. Cuanta menor capacidad se tiene para encontrar
denominadores comunes con el otro, mayor es la capacidad para denostarlo,
despojarle de su condición humana como semejante y en última instancia hacerle
daño. En muchos procesos conflictivos, separatistas lo que se alimenta es la
percepción de la diferencia.
En segundo lugar, Freud sugiere la importancia de la educación para
dotar a los hombres de “pensamiento
independiente, (hacerles) inaccesibles a la intimidación, que breguen por la
verdad” (La negrita es mía).
En qué medida vivimos en una sociedad que fomenta estos valores es una
cuestión que cada uno debe analizar y contestar, aunque en mi opinión, a pesar
de contar con un capital humano de inestimable valor, nutrido de la diversidad
cultural que España posee, el sistema de educación pública se encuentra en una
situación crítica.
Por otra parte, el establecimiento de lazos de amor y la posible
identificación con nuestros compañeros de viaje requieren de una “mayor y mejor
conciencia social del valor de la subjetividad” (Ávila Espada, 2009) camino
ineludible en el desarrollo de la capacidad de reconocer al otro, “frente a la
alienación propiciada por la evolución de la sociedad tecnológica” (Ávila
Espada, 2009).
Algunos trabajos recientes de gran profundidad intelectual nos invitan
a pensar sobre los modos de comunicación masivos e impersonales que imperan en
nuestra sociedad y las consecuencias de los mismos, como, por ejemplo, la
enorme sensación de aislamiento cada vez más generalizada en nuestra comunidad
y el desarrollo de identidades virtuales en detrimento de las construidas a
partir de la interacción (Guerra Cid, 2016)
Por lo tanto, parece que estamos caminando en la dirección contraria a
las sugerencias de Freud, pero no como producto de una confusión temporal sino
como destino programado por intereses políticos y económicos que parecen no
tener en cuenta los efectos que andar este camino genera en la salud mental de
las personas y la sociedad.
Para terminar
Mandarinas es una película preciosa, sin mayores pretensiones. Que
despliega un mensaje universal sirviéndose de los mínimos recursos.
Esta película fue comentada en el Cine Fórum del Instituto de
Psicoterapia Relacional (IPR), espacio promovido y respaldado por Rosario
Castaño, vicepresidenta del IPR.
Me gustaría señalar lo estimulante que es dicho espacio de comentario
y discusión sobre cada película presentada y su temática por parte de
diferentes personas con un interés y anhelo común; crecer y mejorar juntos.